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Contra la amnesia histórica

dos mujeres leyendo

Con el fin de luchar por un mundo en el que las mujeres no fueran meras subordinadas de los hombres, la mirada sospechosa del feminismo se ha posado en múltiples ideologías y creencias a lo largo de su historia. Las mujeres han luchado, y continuamos luchando, por erradicar la opresión de nuestras vidas. Para ello ha sido y es necesario analizar los valores culturales dominantes.

Es complicado, no obstante, llegar siquiera a percibir aquellos valores o aquellas normas que son dadas como certezas o como componentes innatos de nuestro ser humanos. Esto provocó que durante mucho tiempo se obviase el factor cultural y social que entraña la relación heterosexual presentada como destino de cualquier mujer.

Desde las disciplinas “científicas”, presuntamente ejercidas desde un terreno apolítico y ahistórico (en este trabajo nos aproximaremos a la antropología y al psicoanálisis) se producía conocimiento adaptado a mostrar como natural lo que tenía todo lo necesario para ser considerado como una manifestación cultural más.

El feminismo, por su parte, fue avanzando en sus exigencias políticas y en sus análisis teóricos. Uno de los mayores hitos del siglo pasado fue la publicación en 1949 de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir. Un análisis exhaustivo, multidisciplinar y diacrónico, la llevó a concluir que la opresión de las mujeres no era fruto de ningún destino biológico/genético. El género, mostró, se construía culturalmente, y sobre él descansaba el particular modo en que las mujeres eran dominadas, convertidas en “lo otro”:

simone de beauvir manifestacion
Collage con manifestación feminista en Madrid (2015) y Simone de Beauvoir

Cuando utilizo las palabras “mujer” o “femenino” no me refiero, evidentemente, a ningún arquetipo, a ninguna esencia inmutable; en la mayor parte de mis afirmaciones hay que sobrentender “en el estado actual de la educación y de las costumbres”. No se trata de enunciar verdades eternas, sino de describir el fondo común sobre el que se alza toda existencia femenina singular.

Simone de Beauvoir, El segundo sexo, Madrid, Cátedra, 2008, p. 367. Original publicado en francés: Le deuxième sexe, Paris, Gallimard, 1949.

Precisamente porque la idea de feminidad se define artificialmente desde las costumbres y las modas, se le impone a cada mujer desde fuera.

Ibíd., p.854.

A partir de las tesis de Beauvoir, de gran influencia en el florecimiento de la segunda ola feminista (en los años 60 del siglo pasado), surgieron diversos escritos que continuaron con la tarea de desentrañar el estado actual de subordinación de las mujeres. Así, por ejemplo, en 1963, Betty Friedan publica La mística de la feminidad, que claramente influenciada por Beauvoir, procura dar cuenta de los aspectos culturales y sociales que provocan el malestar de las mujeres (al menos, veremos en nuestro trabajo, de un buen número de ellas).

De este feminismo liberal al que perteneció Friedan se apartaron algunas mujeres para darle una importancia clave a la sexualidad. “Lo personal es político”, dijeron. Desde estos análisis se mostró cómo la sexualidad es una categoría social impregnada de política y se fueron visibilizando las construcciones interesadas de la feminidad y la sexualidad femenina en un mundo regido por los valores masculinos y heterosexuales.

En este marco, el del feminismo radical, se fue haciendo más explícita la crítica a cierta presunción de una universalidad de la heterosexualidad. Durante estos años fueron cada vez más las feministas que se posicionaron como lesbianas y, de hecho, consideraron que puesto que la sexualidad era un aprendizaje, cualquier mujer podía desaprender la heterosexualidad y posicionarse como lesbiana.

Anteponer a las mujeres en lo afectivo, social, político, etc., era considerado un acto comprometido con la causa feminista y especialmente transgresor con el sistema patriarcal. Colectivos como Radicalesbians o The Furies ampliaron el significado del término “lesbiana” más allá de lo estrictamente sexual. Se trataba de una opción política.

the furies
The Furies


Dos líneas de pensamiento (no totalmente alejadas entre sí, aunque con ciertos puntos de discrepancia) surgen en este contexto. El feminismo lesbiano, representado en nuestra aproximación por Adrienne Rich, y el lesbianismo radical, con Monique Wittig como claro exponente de esta corriente. Ambas autoras, en torno a los años 80, teorizaron en profundidad sobre la heterosexualidad, descubriéndola como una institución política al servicio de los intereses masculinos.

Más allá de esta potente propuesta, Monique Wittig radicaliza a Beauvoir y muestra que no sólo el género es construido culturalmente. Para Wittig, el sexo es también un producto de la elaboración cultural interesada.

Muchas de las teorías de las primeras autoras a las que haremos alusión (Gayle Rubin, Audre Lorde, Adrienne Rich y Monique Wittig) serán retomadas por el feminismo postestructuralista de Judith Butler, un marco teórico que estará presente en muchas de nuestras lineas.


Retomar teorías que se remontan varias décadas en el tiempo responde a una inquietud personal motivada por el desconocimiento que hay sobre estas cuestiones. La heterosexualidad, entendida como institución política, sigue gozando de buena salud, pues los análisis que sobre ella se hacen suelen ser silenciados.

Ha ocurrido incluso dentro del movimiento feminista. Un claro ejemplo de ello, mostrará Rich, es el olvido de las lesbianas dentro de los discursos feministas. Esto nos lleva a preguntarnos por las exclusiones que realizamos en nuestras vidas, a nivel personal y a nivel de militancia.

¿Será el nuestro un feminismo construido sobre las bases ideológicas del sujeto hegemónico actual? Esto es, ¿será el nuestro un feminismo blanco, heterosexual, de clase media, etc.? Las autoras que analizaremos a continuación aportarán teorías que, desde diferentes perspectivas, nos harán reflexionar sobre ello.


Nuestro objetivo, entonces, es problematizar la heterosexualidad obligatoria como institución política que marca los límites de lo correcto y lo incorrecto, lo inteligible de lo ininteligible; que universaliza su ley y se basa en la opresión de unos grupos sobre otros.

Nuestro objetivo es mostrar que esta institución ha servido de base para otras formas de dominación en las que, para mantener el poder en unas manos, se necesita, a través del concepto de la diferencia, de la creación de la otredad.


En nuestro análisis, aclararemos en este momento, no hablaremos de relaciones concretas entre una mujer y un hombre. Hablaremos de una institución, de un tipo de pensamiento, de una matriz de inteligibilidad. Criticar la norma heterosexual, “no significa que sea condenable, así, sin más, la relación íntima, afectiva, sexual, entre una mujer y un hombre; pero sí es inadmisible, ya intolerable, el sistema de valores, de normas y leyes que producen y sedimentan la heterosexualidad como institución, a saber, el sexismo y el heterosexismo”[1]Elvira Burgos en https://www.feministas.org/IMG/pdf/13-EL_DESEO_LESBIANO_COMO_POTENCIA_FEMINISTA_Elvira_Burgos.pdf

Adrienne Rich dejó clara su posición sobre esta distinción cuando dijo:


En este artículo yo intentaba pedirles a las feministas heterosexuales que analizaran antagonista y críticamente su experiencia de la heterosexualidad, que criticaran la institución de la que forman parte, que lucharan contra la norma y sus implicaciones en la libertad de las mujeres, que se abrieran más a los considerables recursos que ofrece la perspectiva lesbiana-feminista, que se negaran a acomodarse al privilegio personal y a la solución de la “buena relación” individual dentro de la institución de la heterosexualidad.

Adrienne Rich, “Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana”, en Sangre, pan y poesía. Prosa escogida 1979-1985, Barcelona, Icaria, 2001, p. 84. Original publicado en inglés en 1980.


Así, una vez aclarado lo que es y no es el objeto de nuestro estudio, continuamos diciendo que nuestro objetivo (estamos de acuerdo con Rich) es contribuir a abrir nuevos horizontes, no sólo teóricos. Para ello, propondremos la figura de la identidad transdeseante, como identidad que huye de la complicidad con la institución heterosexual.

Es decir, una identidad que no se somete a los dictados de inteligibilidad que esta institución mantiene; que se pregunta incansablemente por los ejercicios de exclusión que podemos realizar en nuestras vidas. Participa de estos principios la lesbiana tal y como la entenderemos en esta web. Propondremos esta posición como un lugar liberador y placentero desde el que continuar la lucha feminista. Seguimos considerando que el deseo sexual es un aprendizaje, por lo que seguimos manteniendo, como lo hicieron en los años 60 del siglo pasado, que cualquier mujer puede optar en su vida por el lesbianismo.


Pudiera parecer que ya se ha escrito mucho sobre este tema, sin embargo, la realidad es que padecemos de amnesia histórica, que sigue siendo necesario explicitar el funcionamiento de la ley heterosexual. Todavía las lesbianas son consideradas como una desviación. ¿Desviación de qué? De la norma que se ha constituido como natural. Una norma que establece que dos, y sólo dos, son los sexos. Dos han de ser los géneros y será uno el deseo, heterosexual.

Si este deseo fuera una opción y no una obligación, no resultarían tan extrañas preguntas como las siguientes: “¿Cuándo descubriste que eras heterosexual? ¿Cómo se lo dijiste a tu familia?” Preguntas que, sin embargo, no resultan extrañas planteadas en términos lésbicos.

Sigue siendo necesario el análisis de la heterosexualidad obligatoria, mostrar que es una ley construida que obedece a ciertos intereses, mostrar también que es una ley que falla en su intento de universalidad, y aquí encontraremos formas de resistencia y de sabotaje al pensamiento heterosexual.


Habrá que agarrar con valentía la política, la economía y también la propaganda cultural de la heterosexualidad para ir más allá de los casos concretos, o de las diversas situaciones de grupo, hasta la compleja visión general que se necesita para desbaratar el poder que los hombres ejercen en todas partes sobre las mujeres, poder que se ha convertido en modelo para cualquier otra forma de explotación y control ilegítimo.

Adrienne Rich, “Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana”, en Sangre, pan y poesía. Prosa escogida 1979-1985, Barcelona, Icaria, 2001, p. 84. Original publicado en inglés en 1980.

Esto es lo que procuraremos hacer en los artículos que siguen.